El año 536 d.C. es, para muchos historiadores, uno de los peores, si no el peor, de la historia de la humanidad. Las razones principales se centran en una serie de fenómenos climáticos extremos que desencadenaron catástrofes a nivel global.
La causa principal fue una erupción volcánica masiva, posiblemente en Islandia, a principios del año 536 d.C.. Esta erupción expulsó enormes cantidades de ceniza volcánica y gases sulfurosos (principalmente SO2) a la atmósfera, bloqueando la luz solar y provocando un “invierno volcánico”. Análisis de los anillos de los árboles reveló que el verano de ese año fue el más frío en 2.000-2.500 años. Las temperaturas globales cayeron drásticamente, con caídas de hasta 2.5 °C en el hemisferio norte. Este oscurecimiento atmosférico duró aproximadamente 18 meses, extendiéndose hasta el 537 d.C., sin embargo, las consecuencias se sintieron durante una década.

Actualmente, existe un debate sobre qué volcán generó una serie de desastres climáticos y sociales posteriores, no se ha podido identificar al volcán en Islandia debido a que los cristales microscópicos hallados en nieves de los alpes suizos depositados por un volcán distante, no corresponden a una huella química de un volcán islandés conocido. Otros investigadores han señalado a volcanes en California pero las erupciones conocidas de la época son candidatos improbables para originar el nivel de cataclismo necesario para generar un invierno volcánico. Finalmente, se ha señalado a una posible erupción submarina en el Pacífico sur-occidental de algún volcán aún no identificado. La búsqueda del culpable sigue sin conclusión.
Consecuencias Globales
Las consecuencias fueron devastadoras. La reducción de la luz solar y las bajas temperaturas llevaron a una falla generalizada de las cosechas en todo el mundo. Esto resultó en hambrunas masivas y escasez de alimentos en Europa, Asia y África. Los registros históricos de la época describen un sol débil y sin brillo, la imposibilidad de que las plantas crecieran y la muerte generalizada.

La debilidad de las poblaciones debido a la malnutrición las hizo más susceptibles a las enfermedades. Poco después de esta crisis climática, en el año 541 d.C., estalló la Plaga de Justiniano, una pandemia de peste bubónica que asoló el Imperio Bizantino y se extendió por Europa, el norte de África y Asia. Se estima que esta plaga mató a entre 50 y 100 millones de personas, o entre un tercio y la mitad de la población de la región en ese momento, empeorando aún más las condiciones ya desesperadas.
A nivel social y político, la inestabilidad era rampante. La escasez de recursos y la enfermedad contribuyeron al colapso de sociedades y economías. Se vieron interrupciones significativas en el comercio, la producción agrícola y la cohesión social. Los imperios se debilitaron y surgieron conflictos, exacerbados por la hambruna y desesperación generalizada. En algunas regiones, la hambruna fue tan severa que llevó a la desintegración social y a la migración masiva.
Evidencia que Respalda la Afirmación:

La evidencia de este catastrófico año proviene de diversas fuentes. Por ejemplo, en la entrada correspondiente al año 535-536, el Libro de los Reyes mandeo relata: “si solicitarais una décima parte de un peck de grano en la tierra de Gawkāy por cinco estaters, buscaríamos pero no lo encontraríamos”. La crónica relata un intercambio equivalente a 873 gramos de grano por 43 gramos de oro, lo que refleja la escasez de grano durante ese tiempo y el alto precio que la gente estaba dispuesta a pagar por una cantidad mínima de grano.
Los registros históricos de historiadores de la época, como Procopio de Cesarea en el Imperio Bizantino, describen la oscuridad, el frío y la falta de crecimiento de las cosechas.
En palabras de Procopio de Cesarea:
“Durante este año tuvo lugar el signo más temible. Porque el Sol daba su luz sin brillo, como la Luna, durante este año entero, y se parecía completamente al Sol eclipsado, porque sus rayos no eran claros tal como acostumbra. Y desde el momento en que eso sucedió, los hombres no estuvieron libres ni de la guerra ni de la peste ni de ninguna cosa que no llevara a la muerte”.
El senador romano Casiodoro escribía en 538:
“El sol parece haber perdido su luz habitual y tiene un tono azulado. Nos maravilla no ver las sombras de nuestros cuerpos al mediodía y sentir que el poderoso vigor de su calor se ha debilitado”.
Crónicas chinas e irlandesas también documentan fenómenos climáticos anómalos y hambrunas severas. En China se vio nieve ese verano. Las cosechas agrícolas no dieron frutos y la hambruna afectó a buena parte de la población durante un largo período.
En Irlanda un cronista de nombre desconocido señalaba en los anales gaélicos lo siguiente: «Perditio panis» (falta de pan) en las entradas correspondientes al año 536 y 538 en The Annals of Ulster durante el periodo romano en las Islas Británicas.
En las crónicas de la dinastía Tang se menciona “mucho frío” y hambruna en el año 536. En otros textos chinos se señala: “un gran año de frío” y “hambruna que ocurrió en verano”.

Además de los textos, la paleoclimatología ha proporcionado pruebas cruciales. La dendrología, que es el análisis de los anillos de los árboles, ha revelado el crecimiento reducido y las bajas temperaturas de ese año. Los análisis de anillos de un roble irlandés, realizados por el dendrocronólogo irlandés Michael G. L. Baillie, de la Universidad Queen’s de Belfast, mostraron un crecimiento anormalmente pequeño en el año 536 y, después de una recuperación parcial, otra fuerte anomalía en el 542.
El análisis de los núcleos de hielo de los glaciares en Groenlandia y la Antártida muestran picos de sulfatos que corresponden a erupciones volcánicas masivas alrededor del año 536 d.C.. Estos datos científicos corroboran los relatos históricos y pintan un panorama sombrío de un año que, verdaderamente, puso a prueba la resiliencia de la humanidad.
Referencias
Mike G. L. Baillie (1994): «Dendrochronology raises questions about the nature of the AD 536 dust-veil event» (‘La dendrocronología genera preguntas acerca de la naturaleza del velo de polvo en el año 536 d. C.’), en la revista The Holocene