Un reciente estudio publicado en revista Nature, ha arrojado nueva luz sobre uno de los eventos más significativos en la historia de la humanidad: la dispersión global del Homo sapiens fuera de África.
La investigación revela que una notable expansión en la amplitud del nicho ecológico humano dentro del continente africano precedió directamente la principal ola de dispersión hace aproximadamente 50.000 años antes del presente. Este hallazgo redefine nuestra comprensión sobre los factores que facilitaron el éxito de esta migración tardía, en contraste con movimientos anteriores que no lograron establecer poblaciones viables a largo plazo.
¿Qué es el nicho humano?
En términos antropológicos, el “nicho humano” se refiere al papel funcional que la especie humana desempeña en su hábitat y en el ecosistema, así como al conjunto de interacciones que establece con su entorno, tanto natural como social y cultural.
Los humanos no solo ocupan un nicho en el ecosistema, sino que lo construyen activamente a través de sus actividades, tecnologías y cultura, ocupando nuevos espacios para los que originalmente no estaba adaptado. Este proceso es un fenómeno extendido en el mundo animal, pero en los humanos es particularmente complejo y abarca la creación de herramientas, edificaciones y sistemas sociales adaptados a los distintos ecosistemas naturales.
El equipo de investigación, que incluye a Emily Y. Hallett, Michela Leonardi, Andrea Manica y Eleanor M. L. Scerri, entre otros destacados colaboradores, construyó una exhaustiva base de datos panafricana de sitios arqueológicos datados cronométricamente. Empleando modelos de distribución de especies (SDM), los científicos cuantificaron con precisión los cambios en el nicho bioclimático humano a lo largo de los últimos 120.000 años.
Los resultados son contundentes: el nicho humano comenzó a expandirse de manera sustancial a partir de los 70 ka. Esta expansión fue impulsada por una creciente capacidad y tendencia de los humanos a utilizar una diversidad de tipos de hábitats, abarcando desde densos bosques hasta áridos desiertos. En particular, se documentó un aumento gradual en la preferencia y ocupación de biomas de bosque y desierto. Esto permitió a las poblaciones humanas expandirse hacia regiones previamente escasamente pobladas, incluyendo los bosques de África Occidental y Central, así como las zonas áridas del Sahara y las regiones semiáridas del Sahel en el norte de África. Esta distintiva flexibilidad ecológica dotó a las poblaciones que se dispersaron fuera de África después de los 50 ka con la resiliencia necesaria para enfrentar los desafiantes hábitats climáticos que encontraron, proporcionando un mecanismo clave para su éxito adaptativo y la capacidad de establecerse.
La evidencia genética actual sugiere que la mayoría de las poblaciones humanas contemporáneas fuera de África descienden de una expansión global que se inició aproximadamente 50 ka. No obstante, el registro fósil indica que hubo dispersiones anteriores, algunas de las cuales ocurrieron alrededor de los 125 ka durante episodios húmedos en el cinturón árido sahariano-arábico. Una pregunta fundamental ha sido por qué estas dispersiones tempranas no tuvieron el éxito suficiente para establecer poblaciones duraderas más allá de África o para contribuir genéticamente de forma detectable a las poblaciones no africanas actuales.
“Lo que observamos hace unos 70.000 años es que el Homo sapiens se convirtió en el generalista definitivo y se adentró en entornos cada vez más extremos”, declaró la coautora principal del estudio, Andrea Manica. “Esa nueva flexibilidad adicional les dio una ventaja hace 50.000 años, permitiéndoles expandirse rápidamente por todo el planeta y prosperar en entornos novedosos y, a veces, muy desafiantes, como los de las latitudes más septentrionales”.
Históricamente, se han planteado diversas explicaciones para el éxito de la dispersión tardía, incluyendo cambios climáticos abruptos o grandes saltos en la cognición, tecnología y subsistencia humana. Sin embargo, la nueva evidencia desmiente algunas de estas teorías, mostrando que tecnologías avanzadas de armamento y marcadores de comportamiento simbólico ya estaban presentes en África al menos desde hace 130-71 ka (durante el Estadio Isotópico Marino 5, MIS 5). El registro arqueológico africano, caracterizado por trayectorias no lineales de cambio cultural, exhibe períodos de estasis puntuados por innovaciones miles de años antes de la aparición de las poblaciones fundadoras eurasiáticas. Esto sugiere que el éxito del
Homo sapiens en Eurasia no radicó en una única innovación tecnológica generalizada o un súbito aumento de la capacidad cognitiva.
En cambio, este estudio propone que la aparente expansión geográfica de los sitios arqueológicos de la Edad de Piedra Media en África (entre 125-50 ka) es un reflejo de un posible crecimiento poblacional y una expansión interna dentro de África de una ascendencia similar a la de la principal ola de dispersión global. La capacidad creciente de los humanos para moverse entre diversos hábitats y ubicaciones probablemente incrementó la tasa de encuentro entre diferentes grupos a lo largo del tiempo, lo que podría haber contribuido a la consolidación de las características que definen a los humanos modernos entre los 100 y 50 ka.
La metodología de investigación se basó en una rigurosa construcción de una base de datos de 479 capas de ocupación del Pleistoceno datadas radiométricamente en África, abarcando un extenso período de 120 a 14 ka. Se utilizaron cinco variables bioclimáticas y de vegetación clave: índice de área foliar (LAI), rango de temperatura anual (BIO 7), temperatura media del trimestre más húmedo (BIO 8), temperatura media del trimestre más cálido (BIO 10) y precipitación del trimestre más húmedo (BIO 16). Para mitigar el sesgo de muestreo inherente a la variación en la abundancia de los registros arqueológicos, se aplicaron técnicas de remuestreo aleatorio, realizando 100 repeticiones del análisis. La robustez de los modelos aditivos generalizados (GAM) con nicho cambiante fue confirmada en 91 de las 100 repeticiones, lo que valida las conclusiones del estudio.
Los hallazgos de esta investigación corroboran que la expansión del nicho humano dentro de África precede y coincide con la exitosa dispersión posterior del Homo sapiens fuera del continente. Una segunda expansión geográfica significativa se observó a partir de los 29 ka, durante el MIS 2, culminando en la ocupación de todas las regiones y ecosistemas africanos. Esta capacidad progresiva de adaptación a una amplia gama de nuevos hábitats, desde los extremos de los bosques ecuatoriales hasta los áridos desiertos, proporcionó a estas poblaciones la flexibilidad ecológica crucial para enfrentar las diversas condiciones ambientales durante su expansión global. Esto les permitió prosperar donde migraciones previas habían flaqueado. En esencia, este proceso, iniciado hace aproximadamente 70 ka en África, es el fundamento de la plasticidad ecológica humana sin precedentes que observamos hoy.
Con información de Nature

