El mecanismo neuroprotector se basa en reducir el exceso de oxígeno en neuronas con mitocondrias dañadas, lo que disminuye el estrés oxidativo y crea un entorno celular más favorable para su supervivencia.
Un equipo de investigadores del Instituto Broad y Mass General Brigham ha realizado un descubrimiento que podría cambiar radicalmente el enfoque terapéutico contra la enfermedad de Parkinson. El estudio, publicado en la revista Nature Neuroscience, revela que la exposición controlada a ambientes con bajo oxígeno -similares a los encontrados en altas montañas- no solo protege las neuronas, sino que revierte síntomas motores en modelos animales de párkinson.
Este hallazgo abre un camino completamente nuevo para entender y tratar esta devastadora enfermedad neurodegenerativa que afecta a más de 10 millones de personas en todo el mundo.
Los fundamentos científicos detrás del descubrimiento
La investigación surgió de varias observaciones científicas y epidemiológicas intrigantes. Estudios previos habían demostrado que pacientes con trastornos mitocondriales como el síndrome de Leigh y la ataxia de Friedreich respondían favorablemente a terapias con bajo oxígeno.
Paralelamente, datos epidemiológicos mostraban una menor incidencia de Parkinson entre fumadores crónicos, cuya exposición al monóxido de carbono reduce la oxigenación tisular. Además, existían reportes anecdóticos de pacientes con Parkinson que experimentaban mejorías temporales al visitar zonas de gran altitud.
¿Podría la hipoxia controlada tener efectos beneficiosos en el Parkinson?
Metodología innovadora: Del laboratorio a los resultados
Para responder esta pregunta, los científicos diseñaron un experimento utilizando un modelo animal bien establecido de Parkinson. Inyectaron a los ratones proteínas a-sinucleína, que forman los característicos cuerpos de Lewy observados en los cerebros de pacientes con Parkinson.
Los animales fueron divididos en varios grupos: algunos manteniéndose en condiciones normales de oxígeno (21%), otros en cámaras especiales con 11% de oxígeno (equivalente a la concentración a 4,800 metros de altitud), y un tercer grupo que comenzó la terapia hipóxica seis semanas después de desarrollar síntomas.
Durante tres meses, los investigadores realizaron evaluaciones exhaustivas de función motora, comportamiento y cambios histológicos en el tejido cerebral, además de medir con precisión los niveles de oxígeno en diferentes regiones cerebrales.
Resultados que desafían paradigmas
Los hallazgos fueron más impactantes de lo esperado. Los ratones expuestos a hipoxia mostraron un 70% menos de pérdida neuronal comparado con el grupo control, junto con una reducción significativa en la formación de cuerpos de Lewy y un mejor desempeño en pruebas de coordinación motora.
Pero lo más sorprendente fue que incluso cuando la hipoxia se aplicó después de que aparecieran los síntomas, se observó una notable mejoría: los problemas motores disminuyeron, los comportamientos similares a la ansiedad se atenuaron y, crucialmente, la progresión de la neurodegeneración se detuvo.
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