Hace un siglo, en el norte de Inglaterra, los botánicos de la época lamentaban la pérdida de una de las flores más exquisitas de su tierra: la orquídea Cypripedium calceolus, conocida como “zapatito de dama” o “zueco de Venus”.
Con su distintivo pétalo amarillo en forma de zapatilla y sus sépalos color borgoña, era una joya de los bosques británicos. Sin embargo, su rareza y belleza resultaron ser su perdición. Durante la época victoriana (1837-1901), la fiebre por las orquídeas llevó a coleccionistas y comerciantes inescrupulosos a saquear los bosques, arrancando cada ejemplar que encontraban, hasta que la especie se consideró extinta en la naturaleza.
Durante décadas, se pensó que el zapatito de dama era solo una flor de libros de historia. Pero el destino, o la naturaleza, tenía otros planes.
En 1930, un botánico amateur, cuyo nombre se mantuvo en secreto para proteger la ubicación, hizo un hallazgo asombroso: una única planta solitaria de Cypripedium calceolus, floreciendo en el lugar más improbable, en un prado apartado de los valles del norte de Inglaterra. El descubrimiento fue un secreto celosamente guardado entre unos pocos científicos, quienes entendieron que la revelación de su ubicación significaría su desaparición inmediata.
Lo que siguió fue un esfuerzo de conservación sin precedentes. Este único zapatito de dama se convirtió en la esperanza de toda una especie. Durante años, fue cuidadosamente monitoreado y protegido de cualquier amenaza por una suerte de cofradía secreta de voluntarios. El reto era monumental: lograr que floreciera y se reprodujera naturalmente.
Los expertos de los Jardines Botánicos Reales de Kew y Natural England se embarcaron en un ambicioso programa de reproducción. La orquídea era notoriamente difícil de propagar, pero con paciencia y una meticulosa investigación, consiguieron que las semillas de esa planta solitaria germinaran. Tras años de cuidado y dedicación, lograron cultivar plántulas que, con el tiempo, estaban listas para regresar a su hogar.
Jono Leadley, que administra el proyecto para Yorkshire Wildlife Trust, manifestó que “fue un momento verdaderamente emocionante. Ver una población saludable de orquídeas zapatilla de dama de regreso a su zona de origen, que ahora se reproducen por sí mismas, nos da una verdadera esperanza para el futuro”.
Por su parte, Mike Fay, líder sénior de investigación en RBG Kew, decía en el mismo comunicado que “intentar salvar la orquídea zapatilla de dama en Inglaterra ha sido uno de los proyectos de conservación más importantes de RBG Kew durante muchos años. Se trata de una especie longeva, cuyas plántulas tardan muchos años en crecer hasta la etapa de floración y producir las semillas que darán origen a la siguiente generación”.
Hoy, gracias a ese programa, cientos de zapatitos de dama han sido reintroducidos en lugares secretos y cuidadosamente seleccionados de su antiguo hábitat. Cada flor que brota es un recordatorio de la increíble resiliencia de la naturaleza y del poder que tiene una sola vida para restaurar la esperanza de toda una especie. La historia del zapatito de dama no es solo el relato de un redescubrimiento botánico, sino una lección sobre la importancia de la conservación y la perseverancia.
Con información de Yorkshire Wildlife Trust

