Un equipo de científicos ha logrado una hazaña largamente buscada en la arqueología: secuenciar el genoma completo de un individuo del antiguo Egipto que vivió hace unos 4,500 a 4,800 años
El individuo vivió durante el período de transición entre el Reino Tinita y el Reino Antiguo, cuando se erigieron las primeras pirámides. Los hallazgos, publicados en la revista Nature, no solo rompen la barrera de la degradación del ADN en el clima cálido de Egipto, sino que ofrecen una visión sin precedentes sobre la ascendencia de los primeros constructores de esta civilización.
Sorpresa genética: vínculos con Mesopotamia
El hombre, cuyos restos fueron encontrados excepcionalmente bien conservados en una vasija de arcilla sellada en Nuwayrat, al sur de El Cairo, reveló una composición genética inesperada:
- Ascendencia Principal (80%): Proviene de poblaciones del Norte de África.
- Ascendencia Sorpresa (20%): Se remonta a personas de Asia Occidental y la región de Mesopotamia (el Creciente Fértil, que incluye el actual Irak, Irán y Jordania).
Este 20% de ascendencia mesopotámica proporciona la primera evidencia genética directa de que existió un flujo significativo de personas durante el intercambio comercial y cultural entre el antiguo Egipto y las sociedades del Creciente Fértil, un debate que hasta ahora se basaba únicamente en pruebas arqueológicas. Los científicos sugieren que esta migración pudo haber sido sustancial en algún punto de la historia primitiva de Egipto.
Un obrero con estatus social elevado

El equipo de investigación no solo se basó en el ADN extraído de uno de los dientes del individuo, sino que también estudió a fondo su esqueleto, revelando una vida de arduo trabajo. Sus huesos mostraban amplios signos de artritis, osteoporosis y marcas musculares consistentes con la realización de trabajo manual pesado durante décadas, como sostener los brazos en alto o cargar materiales. Las marcas óseas sugieren que pudo haberse dedicado a la alfarería o la mampostería.
A pesar de la evidencia de ser un obrero, la forma en que fue enterrado dentro de una vasija de cerámica en una tumba de roca sugiere un estatus social alto o una habilidad excepcional, lo que plantea nuevas preguntas sobre la estructura social en la época. El análisis genético y forense indica que medía poco más de metro y medio, tenía ojos y cabello castaños, piel oscura y vivió entre 44 y 64 años, una edad.
El éxito de la secuenciación se debe a la técnica de “shotgun sequencing” y a las condiciones únicas de su entierro (no fue momificado, y la vasija y la tumba lo protegieron de la humedad), lo que evitó la degradación del material genético. Los expertos consideran este logro como el punto de partida para reconstruir la historia genética completa de una de las civilizaciones más duraderas del mundo.

