Un estudio revela la evolución de la artritis reumatoide: la enfermedad no comienza con la rigidez y el dolor articular, progresa en completo silencio años antes de que el paciente sienta el primer síntoma.
La investigación, publicada en la revista Science Translational Medicine, rastreó a un grupo de personas aparentemente sanas que portaban los anticuerpos anticitrulinados (ACPA), unos biomarcadores que indican un riesgo elevado de desarrollar AR. El hallazgo clave fue que, a pesar de no tener dolor, la sangre de estos individuos ya mostraba un “cóctel inflamatorio” y alteraciones en las células inmunes, una prueba de que el ataque al cuerpo ya estaba en marcha.
Los científicos descubrieron que la fase preclínica de la artritis reumatoide está marcada por una serie de cambios sutiles pero significativos en el sistema inmunológico. Descubrieron Células B “Rebeldes”, que son aquellas que normalmente ayudan a proteger al organismo, comienzan a favorecer la inflamación. Las células T auxiliares se vuelven hiperactivas, preparadas para atacar y destruir el tejido sano del cuerpo. Y por último la inflamación sistémica en el se detecta un estado de inflamación generalizada en la sangre, similar al que ya tienen los pacientes con un diagnóstico establecido.
Estos cambios biológicos, que ocurren mucho antes del inicio del dolor crónico e la inflamación articular, se convierten en una herramienta crucial para el diagnóstico temprano de la artritis reumatoide.
Un futuro con prevención personalizada
Este descubrimiento cambia radicalmente el panorama de la lucha contra la AR. Históricamente, la artritis reumatoide se ha diagnosticado tarde, cuando el daño articular ya es irreversible.
Según el reumatólogo Dr. Kevin Deane, este estudio permitirá no solo identificar a los pacientes de alto riesgo gracias a los biomarcadores, sino también diseñar tratamientos más eficaces y preventivos.
El investigador Mark Gillespie destacó que este hallazgo permite pensar en estrategias de prevención personalizadas. Si los médicos detectan el riesgo a tiempo, podrían intervenir con cambios en el estilo de vida o terapias dirigidas para detener la progresión de la enfermedad.
La esperanza es clara: detectar la artritis reumatoide en esta fase silenciosa podría significar años de vida sin discapacidad ni sufrimiento, haciendo que la prevención de esta enfermedad sea tan rutinaria como la detección temprana de otras dolencias crónicas.
Con información de Science Translational Medicine

