Una investigación pionera en neurociencia ha revelado que los movimientos sutiles e involuntarios en la cara de los ratones actúan como un “delator” de sus procesos mentales ocultos o variables cognitivas latentes.
Científicos de la Fundación Champalimaud (Portugal) y otras instituciones demostraron que, mediante el uso de aprendizaje automático y el monitoreo de la actividad cerebral, las expresiones faciales de los ratones no solo reflejan lo que están haciendo, sino también los pensamientos y estrategias que están procesando en segundo plano, aunque no las usen.
El estudio, publicado en la revista Nature Neuroscience, abre una nueva y fascinante vía no invasiva para “leer” los estados cognitivos internos del cerebro.
El equipo de investigación, que incluye a Fanny Cazettes y Davide Reato como coautores, realizó el estudio con ratones que participaban en una tarea de búsqueda de alimento. En este tipo de tareas, los ratones codifican simultáneamente múltiples estrategias de decisión, pero en un momento dado, solo utilizan una para guiar su comportamiento.
El desafío era determinar si los movimientos “incidentales” o no intencionales del rostro reflejaban algo más que la respuesta física. La investigación encontró que al registrar los movimientos faciales con cámaras de alta velocidad y analizar los datos con algoritmos de aprendizaje automático (como FaceMap), los investigadores descubrieron que las características del rostro no solo codificaban la variable de decisión que el ratón estaba utilizando activamente, sino también variables cognitivas independientes y no expresadas que se estaban calculando en paralelo.
El equipo rastreó el origen de estas señales faciales hasta la corteza motora secundaria (M2), una región del cerebro involucrada en la planificación y ejecución de movimientos. Demostraron que la actividad neuronal en esta área es la que impulsa parcialmente las expresiones faciales que se correlacionan con los estados cognitivos tanto activos como latentes.
Los resultados sugieren que los movimientos faciales reflejan las “computaciones en curso” del cerebro, yendo mucho más allá de las meras demandas de la tarea. Es decir, los “tells” (señales involuntarias) faciales de los ratones contienen un código cifrado de lo que el animal está pensando.
Según los autores, este descubrimiento sugiere que la huella de patrones de pensamiento específicos puede ser “estereotipada”, de forma similar a cómo lo son las emociones. Esto significa que el rostro es un participante activo en el procesamiento cognitivo, proporcionando una ventana no invasiva y poderosa para estudiar el funcionamiento cerebral en salud y enfermedad.
Con información de Nature Neuroscience
