Arqueólogos en Estonia han realizado un hallazgo sorprendente: un pequeño trozo de resina de abedul, usado como “chicle” por una adolescente hace más de 10.500 años. Este objeto ha abierto una ventana única al pasado y a la vida cotidiana de los pueblos prehistóricos europeos.

El descubrimiento fue analizado por investigadores del Instituto de Historia y Arqueología de la Universidad de Tartu. Gracias a las trazas de saliva conservadas en la resina, los científicos lograron extraer ADN que permitió reconstruir algunos rasgos físicos de la joven. Según los resultados, la adolescente tenía cabello y ojos marrones.

“Este hallazgo nos obliga a repensar la diversidad genética de las poblaciones antiguas”, señalaron los investigadores, quienes destacan que la imagen clásica de los europeos del norte como personas de tez clara y ojos azules no refleja la complejidad real de sus orígenes.

Más que un simple chicle

La resina de abedul no era usada únicamente para masticar. Según los especialistas, tenía múltiples funciones: servía como adhesivo para reparar herramientas y vasijas, y también se empleaba como remedio natural contra dolores dentales gracias a sus propiedades antisépticas. Bettany Hughes, historiadora y presentadora de Treasures of the World, subrayó que el material era “uno de los primeros tipos de pegamento utilizados por la humanidad”.

Este hallazgo se suma a otros similares en Europa, donde piezas de resina masticada han permitido conocer aspectos de la dieta, la salud y las costumbres de comunidades prehistóricas. En palabras de Hughes: “Un objeto tan cotidiano como un trozo de chicle puede acercarnos cara a cara con las personas del pasado”.

La resina masticada, sin embargo, tiene un valor especial: conserva información biológica directa de quienes la usaron. En este caso, el ADN de la adolescente no solo aporta datos sobre su aspecto físico, sino también sobre la variabilidad genética de las poblaciones europeas en la Edad de Piedra.

Los investigadores destacan que este tipo de hallazgos demuestra cómo los avances tecnológicos permiten extraer información valiosa de objetos aparentemente insignificantes. “Este descubrimiento nos recuerda que incluso los restos más pequeños pueden transformar nuestra comprensión de la historia”, concluyó Hughes.

Historiadora Bettany Hughes. Foto: Channel 4
Historiadora Bettany Hughes. Foto: Channel 4

Un hallazgo que cambia la narrativa

La importancia del hallazgo radica en que cuestiona estereotipos sobre la evolución de las poblaciones europeas. La diversidad genética encontrada sugiere que los pueblos antiguos eran mucho más heterogéneos de lo que se pensaba. Además, el uso de la resina como medicina y herramienta muestra la creatividad y adaptabilidad de las comunidades prehistóricas.

En definitiva, este trozo de “chicle” de hace 10.500 años no solo nos habla de una adolescente que vivió en Estonia, sino que también nos invita a reflexionar sobre la riqueza cultural y biológica de nuestros antepasados.

Con información de Tartu University Press

By Danny Ayala Hinojosa

Director de Ciencia1.com Apasionado por la ciencia y la tecnología, los viajes y la exploración de ideas en general. Profesional en IT: aplicaciones web y análisis de datos. Hoy emprendiendo en periodismo digital.