El norte de Sumatra, una de las regiones más biodiversas de Indonesia, enfrenta una crisis ambiental que ha agravado las consecuencias de las recientes inundaciones y deslizamientos de tierra.
Las lluvias monzónicas de noviembre de 2025 provocaron el desbordamiento de ríos y el colapso de laderas, dejando más de 45 muertos y miles de desplazados. Sin embargo, expertos señalan que el desastre no se explica solo por el clima extremo, sino también por décadas de deforestación y expansión de plantaciones de palma aceitera.
La deforestación y sus efectos
La tala masiva de bosques tropicales para dar paso a monocultivos de palma aceitera ha reducido drásticamente la capacidad de los ecosistemas para absorber agua. Varios estudios de uso de suelo y series históricas de cobertura forestal en Sumatra muestran tendencias claras: pérdida de bosques primarios y secundarios entre 1990 y 2015, acompañadas por la conversión a plantaciones (aceite de palma, papel) y vías de acceso que fragmentan las cuencas. Esta remoción de la cubierta vegetal reduce la infiltración, aumenta la escorrentía superficial y favorece la erosión, con el efecto agregado de taponar cauces y drenar sedimentos hacia llanuras fluviales —factor que incrementa tanto el volumen como la velocidad de los flujos durante precipitaciones intensas.
Un informe ambiental advierte que la pérdida de cobertura forestal en Sumatra ha incrementado la erosión y la sedimentación en los ríos, lo que facilita los desbordamientos durante lluvias intensas. Además, la deforestación ha fragmentado hábitats críticos, afectando especies como el tigre de Sumatra, que ya se encuentra en peligro de extinción.
Las turberas tropicales (peatlands) del este de Sumatra y áreas costeras también han sido fuertemente intervenidas para plantar y drenar el terreno. La construcción de canales de desagüe y zanjas para habilitar plantaciones permite el acceso a maquinaria, pero al hacerlo se reduce el nivel freático y se convierte en un paisaje que, paradójicamente, pierde su función reguladora hídrica. La degradación de turberas altera la dinámica del agua: áreas que antes retenían precipitaciones ahora actúan como conductos que aceleran el flujo hacia ríos y poblaciones. Informes recientes incluso han rastreado canales creados por grandes operadores que aceleran la salida de agua desde zonas interiores hacia ríos principales, contribuyendo a inundaciones aguas abajo.
Impacto humano y social
Las consecuencias de este deterioro ambiental se reflejan en las comunidades locales. En Aceh y Tapanuli, miles de viviendas quedaron bajo el agua y más de 5.000 personas fueron evacuadas a refugios temporales. Los deslizamientos de tierra sepultaron aldeas enteras, dificultando las labores de rescate.
La Agencia Nacional de Gestión de Desastres de Indonesia (BNPB) reconoció que la magnitud del desastre se debe no solo a las lluvias, sino también a la vulnerabilidad creada por la deforestación y la falta de planificación territorial.
El norte de Sumatra es hogar de ecosistemas únicos, incluidos bosques tropicales que albergan orangutanes, tigres y rinocerontes. La expansión de la palma aceitera ha reducido estos hábitats y ha generado conflictos entre humanos y fauna. La pérdida de biodiversidad no solo amenaza especies emblemáticas, sino que también debilita los servicios ecosistémicos que protegen a las comunidades frente a inundaciones y sequías.

Llamado a la acción
Frente a este escenario, la literatura propone medidas con evidencia de eficacia: 1) detener la conversión de bosques clave en cabeceras de cuenca; 2) restaurar y re-humedecer turberas (rewetting) para recuperar su función reguladora; 3) fortalecer la vigilancia sobre canales de drenaje y permisos industriales; y 4) combinar monitoreo satelital con planes locales de adaptación y planificación del uso del suelo. La experiencia indica que la restauración puede reducir la severidad de las crecidas, pero requiere voluntad política, financiamiento y participación comunitaria sostenida.
Organizaciones ambientales y académicos insisten en la necesidad de restaurar los bosques tropicales, implementar prácticas agrícolas sostenibles y fortalecer la gestión de riesgos. “Las inundaciones no son solo un fenómeno natural, son el resultado de decisiones humanas que han debilitado la resiliencia del territorio”, señalan investigadores en conservación.
La crisis en Sumatra es un recordatorio de que los problemas ambientales locales tienen consecuencias directas en la seguridad y bienestar de las poblaciones. Sin cambios estructurales, los desastres podrían repetirse con mayor frecuencia e intensidad.
Fuentes
Miettinen, J., et al. (2010). Status of peatland degradation and development in Sumatra. Wetlands Ecology and Management. https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC3357707/ pmc.ncbi.nlm.nih.gov
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