Irán se enfrenta a una crisis hídrica de dimensiones catastróficas. Si bien las sequías y el cambio climático son factores naturales que intensifican el problema, un análisis exhaustivo de la situación revela que la verdadera raíz de la escasez de agua se encuentra en la mala gestión humana y décadas de decisiones políticas insostenibles.
El problema es multifacético: se trata de una combinación letal de mal manejo agrícola, infraestructuras obsoletas y fallos de gobernanza que han puesto a la nación persa al borde del colapso ambiental y social.
Acuíferos sobreexplotados
Irán ostenta una de las tasas de agotamiento de agua subterránea más altas del mundo, a la par de potencias agrícolas como India y Estados Unidos. Este drenaje implacable está impulsado, casi en su totalidad, por el sector agrícola, que consume más del 90% del agua del país.
La ambición de alcanzar la autosuficiencia alimentaria nacional ha llevado a prácticas de cultivo insostenibles, donde los agricultores extraen el agua de los acuíferos mucho más rápido de lo que la naturaleza puede reponerla. Esta sobreextracción tiene consecuencias devastadoras que van más allá de la sequía: aumenta la salinidad del suelo, reduce su fertilidad y provoca la subsidencia (hundimiento) de terrenos en áreas urbanas, según estudios citados en el Proceedings of the National Academy of Sciences (2013).
Infraestructura rota y políticas de cortoplazo
La ineficiencia en el uso del agua es alarmante. Los métodos de riego tradicionales, como el riego por inundación, siguen siendo habituales, resultando en una pérdida significativa de agua por evaporación y escorrentía.
La infraestructura de agua del país está desactualizada. El Banco Mundial (2017) estima que hasta el 30% del agua de los sistemas de suministro urbano se pierde por fugas antes de llegar a los consumidores. El mal manejo de los recursos hídricos ocurre a todo nivel. Incluso presas vitales, como la de Amir Kabir (crucial para Teherán), han sufrido tal mala gestión que se encuentran ahora en un estado crítico (Al Jazeera, 2025).
El profesor Kaveh Madani (2014), experto en gestión del agua, señala que los fracasos en las políticas han priorizado a menudo los beneficios a corto plazo sobre la sostenibilidad a largo plazo. Esto incluye desviar agua de zonas ecológicamente sensibles hacia regiones desérticas para la agricultura. A esto se suma la corrupción en las autoridades de gestión del agua, que ha desviado fondos destinados al desarrollo y mantenimiento de la infraestructura (Transparency International, 2020).
La mala gestión ha multiplicado el impacto de los eventos de sequía histórica y reciente:
- Crisis en Juzestán (2021): Esta provincia, rica en petróleo, sufrió una grave escasez de agua que desató protestas. El vital río Karun se secó debido a la sobreextracción y el desvío de agua, agravado por el impacto de la industria petrolera local (BBC, 2021).
- Lago Urmia: Este cuerpo de agua, que fue uno de los lagos salados más grandes del mundo, se ha encogido drásticamente. El problema ha sido documentado por la NASA (2015), confirmando que la sobreextracción para la agricultura y la construcción de presas han acelerado su declive, causando tormentas de polvo y problemas de salud locales (Madani et al., 2016).
Conclusiones
Aunque el cambio climático podría intensificar sequías (IPCC, 2021), los expertos concuerdan en que el factor humano es el principal culpable de la catástrofe hídrica iraní. Para revertir la situación, se requiere con urgencia la adopción de prácticas sostenibles, reformas en la infraestructura y una gobernanza que priorice el equilibrio ecológico por sobre la ambición agrícola de corto plazo, y que impida el desvío de fondos a programas militares.
Fuentes
Madani, K. (2014). “Water management in Iran: What is causing the looming crisis?” Journal of Environmental Studies and Sciences, 4(4), 315-328.
Madani, K., et al. (2016). “Climate change impacts on the water resources of the Lake Urmia Basin.” Journal of Great Lakes Research, 42(5), 1210-1222.
World Bank. (2017). Iran Water Sector Review.
Transparency International. (2020). Corruption Perceptions Index.

