Un fósil único que muestra a dos especies prehistóricas fosilizadas en pleno combate. Durante años se pensó que uno de los ejemplares era un joven Tiranosaurio Rex, pero nuevas investigaciones revelan que en realidad se trata de una especie distinta: el Nanotyrannus lancensis.
Este hallazgo, conocido como los “dinosaurios en duelo”, fue encontrado en 2006, pero permaneció almacenado por más de una década. Gracias a un estudio microscópico realizado por el Museo de Ciencias Naturales de Carolina del Norte, los científicos pudieron analizarlo en detalle y descubrir que el supuesto T. rex era en realidad un Nanotyrannus completamente desarrollado.
El Nanotyrannus fue identificado por primera vez en 1946, pero su pequeña calavera fue atribuida erróneamente a un T. rex joven. Ahora, con este nuevo análisis, se confirma que es una especie independiente. Según la paleontóloga Lindsay Zanno, jefa del área de paleontología del museo y coautora del estudio, “el esqueleto corresponde a un Nanotyrannus completamente desarrollado que pesaba alrededor de 680 kilos tras veinte años de crecimiento”.
Este dinosaurio era más ágil y pequeño que el T. rex, alcanzando unos 5,5 metros de longitud frente a los más de 12 metros del rey de los dinosaurios. Además, tenía más dientes, extremidades delanteras más largas, una cola más corta y una estructura craneal distinta, con nervios y senos nasales únicos.

¿Por qué es tan importante este descubrimiento?
Durante décadas, los paleontólogos usaron restos de Nanotyrannus para estudiar el crecimiento y comportamiento del T. rex. Pero ahora, como explica Zanno, “sabemos que muchos de esos análisis deberán ser revisados”. Este error de clasificación afectó la forma en que se entendía la evolución y el comportamiento de los grandes depredadores del Cretácico.
El estudio también revisó otro cráneo hallado en 2001, apodado “Jane”, que también había sido clasificado como un T. rex adolescente. Ambas piezas confirman que el Nanotyrannus no era una versión juvenil del T. rex, sino un género completamente distinto.
Aunque el fósil de los “dinosaurios en duelo” ya reveló mucho, aún quedan preguntas por responder. Los investigadores quieren entender cómo murieron estos animales y por qué quedaron fosilizados en plena pelea. Este retrato petrificado de violencia y supervivencia ofrece una ventana única al mundo del Cretácico.
Este descubrimiento no solo cambia los libros de texto, sino que también nos recuerda que la ciencia está en constante evolución. Lo que hoy creemos cierto, mañana puede cambiar gracias a nuevas evidencias.
Con información de revista Nature

