La hidralazina, un vasodilatador clásico utilizado para controlar la hipertensión y la preeclampsia, ahora muestra un potencial inesperado: frenar el avance de tumores cerebrales agresivos, como el glioblastoma.
El descubrimiento fue realizado por investigadores de la Universidad de Pensilvania, en colaboración con especialistas de la Universidad de Texas y la Universidad de Florida, y publicado en la revista Science. El equipo identificó que la hidralazina bloquea una enzima clave llamada 2-aminoetanotiol dioxigenasa (ADO), que funciona como un sensor de oxígeno en el cuerpo.
La hidralazina fue desarrollada mucho antes de la llegada de terapias moleculares modernas y se convirtió en un pilar para tratar la hipertensión y complicaciones como la preeclampsia, responsable de numerosas muertes maternas en el mundo. Sin embargo, hasta ahora no se había comprendido del todo cómo funcionaba a nivel molecular.
El doctor Kyosuke Shishikura, médico-científico de la Universidad de Pensilvania, explicó:
“Es uno de los vasodilatadores más antiguos jamás desarrollados y sigue siendo un tratamiento de primera línea para la preeclampsia”.
El estudio reveló que la hidralazina se une a la enzima ADO e inhibe su acción. Normalmente, la ADO actúa como una “campana de alarma” que se activa cuando los niveles de oxígeno bajan. Al bloquearla, la hidralazina evita que ciertas proteínas reguladoras (RGS) se degraden, lo que mantiene relajados los vasos sanguíneos y reduce la presión arterial.
Implicaciones en oncología
Lo más sorprendente es que la misma enzima ADO también juega un papel esencial en la supervivencia de las células de glioblastoma, un tipo de cáncer cerebral muy agresivo. La ADO permite que estas células se adapten a ambientes con poco oxígeno, favoreciendo su crecimiento.
Al inhibir la ADO, la hidralazina no solo regula la presión arterial, sino que también induce senescencia celular en las células tumorales. En este estado, las células dejan de dividirse, lo que detiene el crecimiento del tumor sin generar inflamación adicional ni resistencia al tratamiento.
La doctora Megan Matthews, asesora posdoctoral del proyecto, destacó:
“Comprender cómo funciona la hidralazina a nivel molecular abre el camino hacia tratamientos más seguros y selectivos para la hipertensión relacionada con el embarazo, con el potencial de mejorar los resultados en pacientes con mayor riesgo”.
Además, señaló que este hallazgo abre la puerta al desarrollo de nuevos inhibidores de ADO, más específicos y capaces de atravesar la barrera hematoencefálica, lo que permitiría optimizar el tratamiento de tumores cerebrales y minimizar efectos secundarios.
Un futuro prometedor
Los investigadores planean diseñar inhibidores altamente selectivos dirigidos directamente al tejido tumoral cerebral. La combinación de técnicas como la cristalografía de rayos X y estudios celulares ha permitido visualizar cómo la hidralazina interactúa con la enzima y cómo afecta a las células tumorales.
Este descubrimiento no solo ofrece esperanza para pacientes con glioblastoma, sino que también demuestra el valor de revisitar medicamentos clásicos y buscarles nuevas aplicaciones. La hidralazina, un fármaco que parecía limitado al control de la presión arterial, podría convertirse en una herramienta clave en la lucha contra uno de los cánceres más difíciles de tratar.
Con información en revista Science
