En la cueva de El Soplao, en Cantabria, España, un equipo internacional de investigadores ha realizado un hallazgo que amplía nuestro conocimiento sobre la vida en el pasado remoto: una avispa fósil conservada en ámbar de hace aproximadamente 105 millones de años.
El ejemplar ha sido identificado como una nueva especie, denominada Cretevania orgonomecorum, y se convierte en uno de los más grandes conocidos dentro de su género. El descubrimiento fue publicado en la revista científica Palaeoentomology y contó con la participación de especialistas de España, China y Reino Unido. Según los autores, este hallazgo no solo aporta información sobre la diversidad de insectos que poblaron la Tierra durante el Cretácico, sino que también refuerza la importancia de El Soplao como uno de los yacimientos de ámbar más relevantes del mundo.
El ejemplar mide alrededor de cinco milímetros, un tamaño considerable para este tipo de insectos. Los investigadores destacan que posee características anatómicas únicas, como la estructura de sus antenas y la venación de sus alas. Estas particularidades lo hacen comparable a especies descubiertas en Myanmar y China, lo que sugiere conexiones evolutivas entre diferentes regiones del planeta durante aquella época.
El paleontólogo Enrique Peñalver, del Instituto Geológico y Minero de España (IGME-CSIC), subrayó la riqueza extraordinaria del ámbar fósil de El Soplao:
“Este enclave es una fuente inagotable de conocimientos y nos ayuda a comprender mejor nuestro pasado y a reconstruir la evolución de los ecosistemas terrestres”.
El Soplao, un tesoro paleontológico
La cueva de El Soplao ya era reconocida por la gran cantidad de inclusiones fósiles que alberga. Se han documentado más de 1.500 fósiles y descrito unas 30 especies en el lugar. En 2017, por ejemplo, se anunció el hallazgo de la garrapata más antigua del mundo, también conservada en ámbar, que contenía restos de más de cuarenta insectos y vegetales.
Este nuevo descubrimiento confirma que El Soplao es un punto clave para el estudio del ámbar fósil y la biodiversidad del Cretácico. Además, los investigadores señalan que especies como Cretevania orgonomecorum podrían convertirse en “fósiles guía”, útiles para datar depósitos geológicos de esa era gracias a su amplia distribución y diversidad.
El estudio fue posible gracias a la colaboración entre instituciones como el IGME-CSIC, la Universidad de Barcelona, la Academia de Ciencias de China, el Museo de Historia Natural de la Universidad de Oxford y la Universidad de Valencia. La investigación recibió apoyo del Gobierno de Cantabria, el Ministerio de Ciencia e Innovación de España y la Generalitat Valenciana.
Este trabajo demuestra cómo la cooperación científica internacional permite avanzar en el conocimiento de la historia de la vida en la Tierra. Cada hallazgo en El Soplao abre nuevas ventanas al pasado y nos recuerda que aún queda mucho por descubrir sobre los ecosistemas que existieron hace millones de años.
Con información de Palaeoentomology

