Durante las excavaciones previas a la construcción de viviendas sociales en la avenida Isidor Macabich, un equipo de arqueólogos halló una escultura grecorromana de Hércules elaborada en madera, que permaneció oculta bajo tierra durante aproximadamente 1.700 años.
El hallazgo se produjo a unos dos metros de profundidad, en un contexto excepcional: la pieza estaba sumergida en aguas subterráneas, lo que permitió su conservación casi intacta. Según la arqueóloga Glenda Graziani, integrante del equipo que lidera junto a Juan José Marí Casanova, esta condición fue clave: “La preservación excelente de materiales orgánicos se debe a que el yacimiento permaneció en un entorno sin oxígeno, con humedad y temperatura estables. Hemos encontrado restos que normalmente se pierden con el paso del tiempo, pero que en estas condiciones se han conservado”.
Además de la estatua de Hércules, se recuperaron otros materiales orgánicos como semillas, restos de higos, una granada aplastada y hasta una suela de cuero. Estos elementos ofrecen pistas sobre la vida cotidiana en la zona durante la época romana y, posteriormente, en la etapa islámica medieval.
Las primeras estimaciones sitúan la escultura en el siglo III d. C., lo que la convierte en un testimonio único del pasado romano en Ibiza. Actualmente, la pieza se encuentra en el laboratorio del Museo Arqueológico de Eivissa y Formentera (MAEF), donde se somete a un proceso de limpieza y restauración. Este trabajo permitirá precisar su origen y su papel dentro del conjunto arqueológico.
Los investigadores sugieren que el sitio pudo haber sido un espacio habitacional romano, posiblemente con áreas destinadas al cultivo, que más tarde fue reutilizado durante la época islámica medieval. Las semillas asociadas a esta fase forman parte de un programa europeo de investigación sobre la llamada “Revolución Verde” en el Mediterráneo occidental medieval, lo que conecta este hallazgo local con proyectos académicos internacionales.
El descubrimiento no solo tiene valor histórico, sino también social. La intervención arqueológica se enmarca en los trabajos previos a la construcción de 60 viviendas sociales impulsadas por el Instituto Balear de la Vivienda (Ibavi). Este hecho recuerda la importancia de la arqueología preventiva: cuando las ciudades crecen y se remueve el subsuelo, pueden aparecer tesoros inesperados que enriquecen la memoria colectiva.

Para los especialistas, la estatua de Hércules es un símbolo de resistencia del patrimonio frente al paso del tiempo. La madera, un material que rara vez sobrevive tantos siglos, se mantuvo gracias a las condiciones únicas del terreno. Como señaló Graziani, “hemos podido recuperar materiales que normalmente desaparecen, lo que nos abre una ventana excepcional al pasado”.
Este hallazgo se suma a otros descubrimientos recientes en el Mediterráneo que revelan cómo las sociedades antiguas convivían con la naturaleza y reutilizaban espacios urbanos. En Ibiza, la estatua de Hércules emerge como un recordatorio de la riqueza cultural que yace bajo nuestros pies, esperando ser descubierta.
Con información de Museo Arqueológico de Eivissa y Formentera

