Este avance fue posible gracias a un pigmento llamado xantommatina, responsable del camuflaje de estos animales marinos, que ahora puede producirse en grandes cantidades gracias a bacterias modificadas genéticamente.
Un equipo de científicos de la Universidad de California en San Diego ha conseguido replicar uno de los superpoderes más sorprendentes de los pulpos: su capacidad para cambiar de color. Hasta ahora, obtener este pigmento era extremadamente difícil. Solo se encontraba en pequeñas cantidades en la piel de los pulpos, y los intentos de sintetizarlo en laboratorio no habían sido eficientes. Pero este nuevo método, publicado en la revista Nature Biotechnology, permite producirlo de forma masiva y económica, abriendo la puerta a aplicaciones revolucionarias en robótica, textiles y materiales inteligentes.
Los investigadores diseñaron un sistema llamado biosíntesis acoplada al crecimiento, en el que las bacterias fueron modificadas para depender de la xantommatina y del ácido fórmico para sobrevivir. Es decir, las bacterias solo podían crecer si generaban suficiente pigmento para mantenerse vivas.
La investigadora Leah Bushin, del Instituto de Oceanografía Scripps, explicó: “Hicimos que la actividad a través de esta ruta metabólica resultase esencial para sus vidas”. Gracias a esta estrategia, las bacterias se convirtieron en verdaderas fábricas de pigmento, llegando a producir hasta 3 gramos por litro de cultivo, una cantidad mil veces superior a lo que se había logrado antes.
Bushin celebró el hallazgo con entusiasmo: “Fue uno de mis mejores días en el laboratorio. Me sentí eufórica”.
Aplicaciones futuras
Este descubrimiento no solo ayuda a entender mejor cómo funciona el camuflaje en los pulpos, sino que también abre nuevas posibilidades para crear materiales inteligentes capaces de cambiar de color. Estos podrían utilizarse en ropa adaptable, recubrimientos que reaccionan al entorno o en robótica blanda, donde la flexibilidad y el camuflaje son clave.
El químico Bradley Moore, autor principal del estudio, destacó: “Hemos desarrollado una nueva técnica que acelera la capacidad de producir este material en bacterias por primera vez”.
Por su parte, el bioingeniero Adam Feist, coautor del estudio, subrayó el valor de combinar biología sintética con análisis de datos a gran escala: “Este proyecto muestra cómo la biología puede facilitar la fabricación sostenible de compuestos valiosos mediante automatización y diseño computacional”.
Un paso más hacia la biotecnología del futuro
Este avance representa un ejemplo claro de cómo la ciencia puede inspirarse en la naturaleza para resolver desafíos tecnológicos. Convertir bacterias en fábricas vivas de pigmentos abre una nueva era en la producción de materiales funcionales, sostenibles y adaptativos.
Además, demuestra el poder de la ingeniería genética y la biología sintética para transformar procesos que antes eran imposibles o costosos. El camuflaje de los pulpos, una maravilla evolutiva, ahora podría estar al alcance de la tecnología humana.
Con información de Nature Biotechnology

