Un equipo de paleontólogos de la Universidad de Leicester ha logrado algo extraordinario: reunir a una “familia” de pterosaurios que llevaba separada más de 150 millones de años.
Gracias a una técnica especial con luz ultravioleta (UV), los científicos identificaron casi 50 fósiles que pertenecen al mismo género que el famoso Pterodactylus, el primer pterosaurio descubierto.
Este grupo de reptiles voladores vivió en lo que hoy es Baviera, Alemania, durante el periodo Jurásico. Aunque el Pterodactylus fue el primero en ser hallado hace casi 250 años, con el tiempo fue eclipsado por otros pterosaurios más grandes como el Pteranodon. Sin embargo, los investigadores nunca dejaron de estudiar sus restos, tratando de entender mejor su evolución y características.
A lo largo de los siglos, Pterodactylus y otros pterosaurios similares de Baviera han sido fundamentales para el estudio científico en curso, ayudando a dar forma a gran parte de lo que sabemos sobre los pterosaurios, desde la forma de sus alas y cómo volaban, hasta su dieta y cómo crecían. Pero siempre ha existido una pregunta: ¿cuáles de estos muchos pterosaurios son realmente Pterodactylus y cuáles pertenecen a especies completamente diferentes? Esta confusión ha persistido durante siglos… hasta ahora. Gracias a un nuevo estudio que analizó decenas de ejemplares de Pterodactylus en museos de todo el mundo, el misterio se ha resuelto y finalmente se ha descubierto la verdadera identidad de estos fósiles.
El gran avance vino cuando los paleontólogos Robert Smyth y David Unwin utilizaron luz UV para examinar fósiles en museos de toda Europa. Esta técnica reveló detalles ocultos en los huesos, como la forma de la cabeza, las caderas, las manos y los pies, que permitieron distinguir al verdadero Pterodactylus de otras especies similares.
Iluminando poderosas lámparas UV sobre huesos fósiles para hacerlos fluorescentes, los paleontólogos de la Universidad de Leicester Robert Smyth y el Dr. Dave Unwin pudieron sacar a la luz pequeños detalles óseos casi invisibles que distinguen un tipo de pterosaurio de otro. Usando las características únicas de Pterodactylus, que se encuentran en la cabeza, las caderas, las manos y los pies, Smyth y Unwin verificaron sistemáticamente otros fósiles de los mismos depósitos y, para su sorpresa, descubrieron muchos otros ejemplos de Pterodactylus “escondidos” entre lo que se pensaba que eran otras especies de pterosaurio.
Gracias a este trabajo, ahora se puede reconstruir la historia completa de vida de este reptil volador: desde crías del tamaño de un petirrojo (apodadas “flaplings”) hasta adultos del tamaño de un cuervo, con alas que podían alcanzar hasta 10 veces su longitud corporal. Además, se encontraron tejidos blandos fosilizados en más de 20 ejemplares, lo que permite recrear con precisión su forma corporal, crestas en la cabeza, membranas de las alas y hasta las patas palmeadas.
Este descubrimiento no solo resuelve un misterio científico de siglos, sino que también abre nuevas puertas para entender cómo vivían, crecían y volaban estos increíbles animales prehistóricos.


